Bajo el
cielo estrellado y la brisa cálida de la
noche, el cortijo Las Salinas se vistió de blanco para una celebración inolvidable. Entre risas y brindis, mis padres, Pablo y Nati, mi tía Araceli, y mi hermana Maravilla, mi hija y mi marido,
disfrutamos cada instante del evento, envueltos en la magia de un lugar cargado de
historia y encanto.
Con profundo agradecimiento, recordamos la hospitalidad de Steffi Goddard y Steven Robinson, quienes, con su generosidad y calidez, nos abrieron las
puertas de este cortijo emblemático. Un espacio donde mis antepasados echaron raíces, dejando su huella en cada
piedra, en cada
rincón impregnado de memorias. Volver aquí no solo fue una celebración, sino un emotivo reencuentro con la historia de mi propia sangre.