Siempre se ha considerado en la aldea de
Sabariego que la humilde
cruz de hierro que se alza entre los riscos del cerro La Harina, la habían depositado allí por deferencia y respeto a algún difunto…
Casiano (mi padre), me cuenta hoy, que fue Juanillo “El Liebro” siendo mozo, quien colocó esta tosca cruz ayudado por una tomiza de esparto, con la firme creencia de que podría ahuyentar las
tormentas…
Me sigue contando que se convirtió en
costumbre, hasta hoy, ascender hasta el cerro cada año el día de la Cruz en pequeña
romería.
Una merienda rociada con una bota de vino, unas risas, unas
flores, como ofrenda de fe, alguna plegaria al pie de la cruz, y poco más…, componen la
fiesta de este pequeño Edén que aún conservamos los Sabaregueños.
@Anif Larom