Día 17 de agosto de 2013.
Y estás aquí, en un momento de paz, con los brazos tendidos a la tierra que te vio nacer, y en las
aguas del
río que durante tantos años añoraste… Muy
joven o muy viejo, pero siempre, siempre, orgulloso de tu aldea.
Bienvenido a
Sabariego, Jacinto. Me gustó conducirte, de mi mano, hasta tus raíces.