Cortijo Las Salinas.
En el año 1898, la nochebuena llegaba con alborozo pues la suerte había sonreído a Natividad (mi bisabuela materna) en un boleto, cuando se acercó hasta el
pueblo de
Alcaudete a
comprar unas varas de tela en la
tienda de Pablo Salido
Toro. En la papeleta le tocó una máquina de coser que ayudó a Natividad en la confección de las ropillas de sus nueve churumbeles. Tras más de cien años, aún funciona.