SABIOTE: La tarde que llegué a Sabiote por vez primera era domingo,...

La tarde que llegué a Sabiote por vez primera era domingo, un día de otoño frío y muy lluvioso. Había hecho un viaje fatal desde Granada que duró casi tres horas, por la carretera de Jódar, solitaria y sin luna, con lluvia y con frío. Yo viajaba rezando porque el coche, un renault 8 con matrícula de Palma de Mallorca, 159831, así, sin letra, no me dejara tirado en una carretera sin nombre, sin luz, sin tráfico,... sin vida.
Al llegar a mi destino, y dado que al día siguiente, lunes, empezaba a trabajar en la sucursal de la Caja de Granada del pueblo, pues pedí información a una persona que salía de un bar en la Avenida Constitución sobre el domicilio del director de la sucursal, Juan Tito Navarrete. Aquella noche cené y dormí en su casa, pues no era como ahora, que hay donde dormir en el pueblo. Estuvimos en la discoteca de Ramón y Encarna, que también tenían el cine, tomando unas copitas y hablando sobre el trabajo y tal en la sucursal, a la vez que poniéndome al día sobre el pueblo.
La verdad, y aparte de la amabilidad de la gente que acababa de conocer, el pueblo me causó una impresión horrible. Normal, ¿no? Llegas de noche, nadie en la calle, todo oscuro, iluminado regular, lloviendo a mares,... La suerte mía, lo que me hizo feliz la estancia, es que la impresión que me había llevado estaba condicionada por la climatología y el pueblo era mucho más bonito de lo que parecía a primera vista. También es cierto que yo ya empecé a conocer a gente y a poder salir a la calle o al bar sin aburrirme, con lo que lo del clima pasó a un segundo o tercer plano.