Buenos días a tod@s.
Ayer todos los medios de comunicación se hacían eco de la muerte de Juan Antonio Samaranch, presidente honorífico del C. O. I., y hacían referencia a sus cualidades como gestor-dirigente y como persona, y aquí ya sí que me gustaría decir algo. Yo no dudo que su familia y los que le rodean le quisieran tanto como para realzar sus bondades, pero a mí me gustaría contar una historia que hace muchos años me contaron:
El prócer tuvo un hijo, en aquel tiempo natural, no legítimo, con una mujer que servía en su casa, y con el que no estableció relación alguna de parentesco. Imagino que este trozo de humanidad, y digo humanidad porque es una de las mejores personas que conozco, le ha perdonado y con el tiempo ha dejado de echar de menos a ese padre que nunca le reconoció, al haber formado su propia familia, pero sé que en su momento a él le hubiera gustado algo más de proximidad con su progenitor. De la madre poco puedo decir, la vi en 3 ó 4 ocasiones en “nuestro” pueblo y había rehecho su vida con un hombre con el que no tuvo hijos, pero que quiso a nuestro paisano como propio.
No conozco los hechos que llevaron a Samaranch a repudiar a la madre y al hijo, pero las circunstancias que le llevaron a ello debían de ser fuertes, realmente fuertes, o él ser, sencillamente, un irresponsable. A veces el hombre se ve superado por unos condicionantes atroces que determinan sus actos, pero también el hombre ha de ser capaz de superarse e imponerse a las circunstancias o, al menos, no inundarse de ellas.
De todas formas, vaya desde aquí mi abrazo más grande para mi amigo, aunque él ya sabe que esté donde esté, le deseo a él y a los suyos lo mejor, que no le olvido ni le olvidaré, y que sueño con el día en que podamos conversar, serenos, de la vida, sus metas y sus caminos.
Y ahora, sí, amigo Verain, tuve la suerte de colocar mis recuerdos en un cajón próximo y a la vez profundo, así que asoman por el borde de tan lleno que está. La verdad que a ello ayuda que estas vivencias fueran apasionantes y que las relaciones humanas fueran de calidad, porque si no, no estarían tan próximas, pero sí que es cierto que aunque conserve muchas, no podré contarlas todas, sobre todo por los contenidos, vinculados de alguna manera a situaciones comprometidas de mucha gente e incluso mías. Pero bueno, en el cajón hay abundante material, y como tú bien dices, de calidad. De los personajes, si hay algún equívoco, os ruego me perdonéis, pero son así como los he encontrado al meter la mano en el cajón. De Paqui poco más puedo decir, además de que era muy hermosa y vivía en Pamplona, pero de la viuda, quizá pueda añadir que creo recordar que vivía en el paseo Gallego Díaz, frente al bar Nacional, o cerca. Y creo también que era novia de Ildefonso, y no sé si éste era el que vivía frente al bar. Hace muchos años, lo reconozco. Sé que eres sagaz y del extremo de hilo sacarás la madeja. Jajajajajaja. Y, amigo Salaria, el que los nombres y la descripción no te aclare nada sobre los personajes que describo, he de reconocer que será por culpa mía, por mi memoria, que no puede ser completa, pero sobre todo quería con ello contaros una agradabilísima experiencia.
A ti, amigo Jospa, he de darte las gracias por las indicaciones sobre los mensajes y la posible multa que amenaza por la Ley de Protección de Datos. Esto último no lo sabía. Ya hace unos días que empecé a mandar los mensajes con copia oculta, porque el amigo Verain lo explica en sus mensajes y empecé a hacerlo así. Además, decirte que me parece bien lo que piensas sobre preservar o no la identidad. Es cuestión de gustos, nada más.
Bueno, un abrazo a tod@s.
Ayer todos los medios de comunicación se hacían eco de la muerte de Juan Antonio Samaranch, presidente honorífico del C. O. I., y hacían referencia a sus cualidades como gestor-dirigente y como persona, y aquí ya sí que me gustaría decir algo. Yo no dudo que su familia y los que le rodean le quisieran tanto como para realzar sus bondades, pero a mí me gustaría contar una historia que hace muchos años me contaron:
El prócer tuvo un hijo, en aquel tiempo natural, no legítimo, con una mujer que servía en su casa, y con el que no estableció relación alguna de parentesco. Imagino que este trozo de humanidad, y digo humanidad porque es una de las mejores personas que conozco, le ha perdonado y con el tiempo ha dejado de echar de menos a ese padre que nunca le reconoció, al haber formado su propia familia, pero sé que en su momento a él le hubiera gustado algo más de proximidad con su progenitor. De la madre poco puedo decir, la vi en 3 ó 4 ocasiones en “nuestro” pueblo y había rehecho su vida con un hombre con el que no tuvo hijos, pero que quiso a nuestro paisano como propio.
No conozco los hechos que llevaron a Samaranch a repudiar a la madre y al hijo, pero las circunstancias que le llevaron a ello debían de ser fuertes, realmente fuertes, o él ser, sencillamente, un irresponsable. A veces el hombre se ve superado por unos condicionantes atroces que determinan sus actos, pero también el hombre ha de ser capaz de superarse e imponerse a las circunstancias o, al menos, no inundarse de ellas.
De todas formas, vaya desde aquí mi abrazo más grande para mi amigo, aunque él ya sabe que esté donde esté, le deseo a él y a los suyos lo mejor, que no le olvido ni le olvidaré, y que sueño con el día en que podamos conversar, serenos, de la vida, sus metas y sus caminos.
Y ahora, sí, amigo Verain, tuve la suerte de colocar mis recuerdos en un cajón próximo y a la vez profundo, así que asoman por el borde de tan lleno que está. La verdad que a ello ayuda que estas vivencias fueran apasionantes y que las relaciones humanas fueran de calidad, porque si no, no estarían tan próximas, pero sí que es cierto que aunque conserve muchas, no podré contarlas todas, sobre todo por los contenidos, vinculados de alguna manera a situaciones comprometidas de mucha gente e incluso mías. Pero bueno, en el cajón hay abundante material, y como tú bien dices, de calidad. De los personajes, si hay algún equívoco, os ruego me perdonéis, pero son así como los he encontrado al meter la mano en el cajón. De Paqui poco más puedo decir, además de que era muy hermosa y vivía en Pamplona, pero de la viuda, quizá pueda añadir que creo recordar que vivía en el paseo Gallego Díaz, frente al bar Nacional, o cerca. Y creo también que era novia de Ildefonso, y no sé si éste era el que vivía frente al bar. Hace muchos años, lo reconozco. Sé que eres sagaz y del extremo de hilo sacarás la madeja. Jajajajajaja. Y, amigo Salaria, el que los nombres y la descripción no te aclare nada sobre los personajes que describo, he de reconocer que será por culpa mía, por mi memoria, que no puede ser completa, pero sobre todo quería con ello contaros una agradabilísima experiencia.
A ti, amigo Jospa, he de darte las gracias por las indicaciones sobre los mensajes y la posible multa que amenaza por la Ley de Protección de Datos. Esto último no lo sabía. Ya hace unos días que empecé a mandar los mensajes con copia oculta, porque el amigo Verain lo explica en sus mensajes y empecé a hacerlo así. Además, decirte que me parece bien lo que piensas sobre preservar o no la identidad. Es cuestión de gustos, nada más.
Bueno, un abrazo a tod@s.