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SABIOTE: Allá por la primavera del año 1990 y estando viviendo...

Allá por la primavera del año 1990 y estando viviendo y trabajando en un pueblo de Granada limítrofe con Jaén por la carretera de Arbuniel y Huelma llamado Montejícar, me fui un sábado a comer con unos cuantos amigos, señoras e hijos a Píñar, otro pueblo de Granada que se encuentra junto a Iznalloz. El almuerzo fue muy agradable, os podéis imaginar, y tanto… que se me ocurrió que fuéramos a tomar café y copa a Sabiote, al bar Nacional. Con los ánimos altos tras haber saboreado buenos caldos antes y durante la comida, nos pusimos en camino los cuatro coches repletos de gente y en dirección Jaén.

Llegados al pueblo y tras tomar el café con los amigos Balta y Consuelo y una vez saludados los conocidos que estaban en la cafetería, salí con mi amigo granadino Luis Miguel, practicante de Montejícar, a saludar a Eduardo “el de la Chispa”, pero hete aquí que en el paseo de Gallego Díaz, o sea, en la puerta del Nacional, nos encontramos con D. Javier, el practicante del pueblo, y yo, ni corto ni perezoso, a presentarle a mi amigo y colega suyo Luis Miguel.

Hechas las presentaciones, D. Javier inició un monólogo con su colega, y digo monólogo, porque mi amigo en todo momento estuvo callado, serio, asintiendo, expectante y con cara de tener una descomposición de vientre atroz. D. Javier, en su papel, con su voz entrecortada por su problema (era tartamudo el hombre) comentaba los problemas sanitarios y hábitos de los pacientes, que no le dejaban tiempo para nada y cosas así. La cara de Luis Miguel, otrora sonrosada, se iba tornando verde aceituna conforme se alargaba el monólogo. Yo, torpe de mí, no sabía cómo abreviar el monólogo sin que se dañara la dignidad del bueno del practicante, pero en un momento de lucidez, a los veinte minutos exactos del inicio de las presentaciones, pude hallar una excusa (ahora no recuerdo cual) para marcharnos, y D. Javier no se sintió incómodo.

Al quedarnos solos, mi amigo Luis Miguel me dijo: - Ca-ca-ca-capullo… ¿me-me-me lo has hecho a-a-a-adrede? - ¡Host.. as! Perdona, Luismi, no me había acordado, yo creí que te estabas cag. ndo y no me acordé de “lo tuyo” – Ya, pe-pe-pero he estado siempre ca-ca-ca-callado porque no pa-pa-pasara lo que en el chi-chi-chi-chiste… (había olvidado yo que mi amigo Luismi también tartamudeaba).

Bueno, a partir de ahí, la tarde transcurrió muy plácida, vi a mis buenos amigos el maño, piqueras, Eduardo, Juanjo frecuras,… y a la vuelta nos paramos en el pub Londres, en Úbeda, a tomar un cubatita para el camino. Yo no sé si es que los grados de alcoholemia antes contaban menos, pero lo que es seguro es que no te multaban ni te quitaban puntos ni nada de nada. Llegamos a Montejícar de noche, después de un día soberbio.