La Madre que en Semana Santa llora por tantos hijos desperdigados en esos campos de España, torna en verano sus lágrimas en pétalos de rosa por cada uno de los vástagos que retornan. Ella acogerá el espíritu de los que ya no podrán volver, y alentará los corazones de sus hijos que, como poetas de su tierra, llevan el nombre de Santiago hasta las estrellas del cielo.
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