Santa Agueda Milagrosa, Protectora de esta Villa, de entre millares la escogida, líbranos de epidemias y danos salud en esta vida. Consentiste que te arrastraran y que a la
hoguera te echaran, por amor a Jesucristo y saber guardar tu palma. Esos pechos que en el azafate llevas, tú misma te los cortaste, pues por darle gusto al gobernador al
castillo entraste. Por esas cadenas y grillos que te echaron, te ruego sean perdonadas mis culpas y pecados; el templo tembló, el
cielo floreció de ver que había
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