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TORREBLASCOPEDRO: las costumbres del pueblo: comidas, matanza... están...

las costumbres del pueblo: comidas, matanza... están llenas de sabor
costun:'n'ista, potenciado, además, por la incorporación al texto de canciones
populares.
En cuanto al lenguaje alternan dos niveles: el nivel culto-elaborado,
sin rasgos dialectales, presente en los monólogos o reflexiones y descripciones,
y el nivel coloquial-vulgar, a veces con rasgos específicos del
ambiente rural, dominante en los diálogos. Veamos un ejemplo de un
tipo y de otro:
De nivel coloquial:
«Su padre ya lo sabe, que este verano tuvo sin salir a la Luisi más de tres
meses, no por nada, que Mariano es un buen yerno y no mal partido,
sino porque la niña es muy joven y tiene que estudiar -tercia la Petra-
Hombre, desde que están saliendo como cosas de chiquillos..." (Pág.
113).
De nivel culto:
«De frente, arriba está la luna llena en el cielo limpio y raso como una
carta; en la noche se adivina el frío, ya que está cayendo una escarcha
que hace que se hielen los rabillos de las aceitunas» (Pág. 12).
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APUNTES SOBRE EL ESTILO Y LA LENGUA DE FRANCISCO CASAS EN LA NOVELA
El v o c a b u l a r i o es r i c o y preciso. A b u n d a n términos p r o p i o s o específicos
de la r e a l i d a d y el e n t o r n o descritos.
En ocasiones emplea un l é x i c o social r e i v i n d i c a t i v o: amos/criados,
s e ñ o r i t o / c r i a d o, p o b r e / r i c o, casi inusual en la época en la que se sitúa
la acción.
«... siempre dentro del respeto y la distancia debidas entre amos y criados
» (149).
La sintaxis es hipotáctica o subordinada. Predominan los períodos
oracionales largos. El lenguaje no está recargado de recursos retóricos.
Es una prosa que corre fluida y, aparentemente, sin artificios, c o n sencillez,
belleza y e q u i l i b r i o.
Los recursos existentes son precisos y adecuados al e n t o r n o y c o n t
e x t o en que aparecen.
Por ejemplo, las anáforas intensifican l o dicho:
«Todo es tierra, todo son olivos, todo está dividido y todo tiene dueño."
La anáfora, j u n t o c o n la enumeración, frases cortas, repeticiones de
frases y uso de la i m p e r s o n a l i d a d dan fuerza al t e x t o y l o c o n v i e r t e en
sentencias:
«La tierra no se vende así como así, la tierra es lo último que se toca, se
venden las cosas, se venden los hijos buscando casamientos de conveniencia,
se venden los ojos, se vende el honor y la vergüenza, se pudre
uno debajo de un parral o se ahorca uno cuando es necesario, pero la
tierra no se vende a nadie» (pág 16-17).
Las reiteraciones además de intensificar marcan la m o n o t o n í a del
paso del t i e m p o y aportan al t e x t o u n r i t m o poético:
«... y Él reinará por siglos de los siglos... Entre los olivos hermosos, nuevos
con los retoños de primaveral...] y Él reinará por los siglos de los
siglos!...] Un coro de voces más puras, de voces amigas!...] y Él reinará
por siglos de los siglos...» (pág 189).
Las personificaciones t i e n e n la belleza de la sencillez por l o acertad
o de la imagen:
«También ahora tiene las ramas desnudas, frías como la noche, seca como
el hielo, triste como todo lo que le rodea, como sus propios pensamientos,
mientras vas desgranando recuerdos ácidos en plena sazón de su
propia vida, como los granos de una granada albar. Cuando llegue el mes
de Abril y toda la vega que le rodea esté verde, comenzará a vestirse la
higuera apuntando yemas tiernas...» (pág 14).
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PURIFICACIÓN ALCALÁ ARÉVALO
Las comparaciones y las metáforas poseen fuerza expresiva y plasticidad.
Hacen comprensible el contenido y son sugerentes por las connotaciones
que provocan. A la vez, nos hacen sentir lo expresado.
Prefiere la comparación a la metáfora, tal vez por el carácter realista del
autor, pues así no tiene que identificar el plano real y el imaginario.
«... sobre el mar de los olivos verdes» (pág 150).
Algunas metáforas son típicas de la tradición literaria incorporadas
casi s i n modificación.
«La gran Señora camina ligera azuzando con la guadaña» (pág 188).
Las comparaciones están tomadas del mundo real:
«La nariz aplanada como el asiento de una moto...» (pág 188).
Las enumeraciones son abundantes y denotan la mirada detallista
del narrador, enamorado del paisaje y de la tierra:
«... pero ahora vas viendo los pocos árboles que quedan en la vega. Las
higueras de higos blancos y negros, los brevales y la noguera que hay
junto a la canaleta, a la izquierda, el membrillo y las higueras de
Francisquillo asomados al canal que se construyó en los años cincuenta...
» (pág 14-15).
Si las descripciones de la naturaleza son idealistas, l o s retratos o descripciones
de los personajes, siendo precisos y sugerentes, son fríos,
duros y, a veces, despectivos. Hay un contraste entre la sensibilidad que
manifiesta ante el paisaje y el naturalismo con el que enfoca las acciones
humanas:
«A su lado se sienta Cegarruto, fascista hasta la médula de los huesos, con
sus gafas de culo de vaso y las piernas hinchadas llenas de varices azules,
casi violetas, que parecen que van a estallar a cada paso» (pág 20).
La alegoría que recoge al final de la novela, el movimiento de los
penitentes, recuerda las descripciones apocalípticas de los l i b r o s sagrados
y de la literatura del barroco.
Destaca en la obra la presencia del humor y de la ironía. E l humor
no sólo está en algunas historias que cuenta, sino también en la forma
de narrarlas. Además el humor sirve para suavizar la dureza de los
hechos relatados.
La ironía viene dada a veces por la diferente v i s i ó n de la realidad
que tienen los personajes y el lector. Otras veces se u t i l i za para caracterizar
personajes o describir situaciones. Se convierte en un medio de
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hacer una crítica fina. E n ocasiones la ironía llega al esperpento con lo
que la crítica es mordaz.
«... la miseria y la pobreza de toda aquella gente que había llegado allí a
escuchar la triunfal proclama, no se correspondía en modo alguno con
las ovondas barrigas, el esplendor y el boato, que habían desplegado las
autoridades...» (pág 109).
«Una vez al mes reparte entre sus dos criadas el aceite sobrante de los