Los primeros asentamientos documentados en la ciudad se remontan a la Edad del Cobre-Bronce (3000-2000 a. C), en el lugar que hoy ocupa el
barrio del Alcázar.
Durante la
romana, las
fuentes escritas incluyen a Salaria (
Úbeda la Vieja) entre los principales centros económicos y administrativos de la comarca. Los hallazgos arqueológicos de la ciudad presuponen la existencia de un pequeño núcleo de población dependiente de la colonía de Salaria.
Fue en época árabe cuando Úbeda adquirió entidad como núcleo de población. Abderrahman II fundó la ciudad de Ubbadat al-Arab. En el 852 se hizo amurallar y durante los siglos XI Y XII fue sucesivamente conquistada por almorávides y almohades.
Úbeda fue famosa en Al Andalus por sus preciados productos "ubedies". esteras de esparto bordadas, alfarería y
cerámica, tradicción que se ha mantenído hasta nuestros días.
Fue conquistada por Fernando III en 1234 y adquirió caracter de villa realenga. Durante casi tres siglos fue población fronteriza entre los reinos de
Granada y Castilla. Este hecho determinó que los sucesivos reyes le otorgen numerosos privilegios y concesiones, como el fuero de
Cuenca.
Su nombre en realidad, según el prof. Guillermo Tejada, independientemente de si antes se llamó "Idubea" o "Bétula", deriva del "Ubbada" musulmán, heredero de un topónimo similar visigodo..., y que los hispanocristianos van a aceptar como "Úbeda", que en realidad es un hidrónimo redundante prelatino, < desde "Ub (e+a) da", "
Río (-río)" (junto al-).
La rivalidad entre las
familias nobles de la localidad generarón un clima de conflictividad social, lo que afectaba directamente a la economía, que no se resolvió hasta que los Reyes Católicos tomaron parte en el asunto, interviniendo en el Concejon y mandando destruir el Alcázar usado por la nobleza como fortaleza.
En el siglo XVI, durante los reinados de Carlos I y Felipe III, la ciudad alcanzó su máximo esplendor, proporcionado por la properidad económica en el cultivo de cereales, la
ganadería e incluso una notable actividad artesanal. La iniciativa constructora del alto clero y de la pequeña nobleza transformarían la ciudad en una de las más suntuosas del renacimiento. Numerosas obras, no sólo de la
iglesia, sino también de los señores terratenientes y del propio concejo, cuajan de
palacios y
casas solariegas a la ciudad e incluso se materializan ensayos puntuales de un nuevo concepto de urbanismo que maecarán desde entonces la fisonomía urbana. Una época en la que hombres de Úbeda ocupaban altos puestos en el gobierno del Imperio como Francisco de los Cobos, secretario del emperador o su sobrino Juan Vázquez de Molina, con idéntico cargo.
A partir del siglo XVII y XVIII sufre un estancamiento en su desarrollo, la nobleza repite a escala reducida esquemas anacrónicos, las escasas construcciones del barroco son promovidos por la iglesia, como el
convento-iglesia de la Trinidad.
En el siglo XIX la ciudad vuelve acelerar su ritmo constructivo. El
comercio se implanta con fuerza, lo que se manifiesta en su estampa urbana de construcciones decimonónicas.
Ubeda fue declarada Ciudad Histórico-Artística en 1955 y "Ciudad Ejemplar" por el Consejo de Europa en 1975.
Los primeros asentamientos documentados en la ciudad se remontan a la Edad del Cobre-Bronce (3000-2000 a. C), en el lugar que hoy ocupa el barrio del Alcázar. Durante la época romana, las fuentes escritas incluyen a Salaria (Úbeda la Vieja) entre los principales centros económicos y administrativos de la comarca. Los hallazgos arqueológicos de la ciudad presuponen la existencia de un pequeño núcleo de población dependiente de la colonía de Salaria. Fue en época árabe cuando Úbeda adquirió entidad como núcleo de población. Abderrahman II fundó la ciudad de Ubbadat al-Arab. En el 852 se hizo amurallar y durante los siglos XI Y XII fue sucesivamente conquistada por almorávides y almohades. Úbeda fue famosa en Al Andalus por sus preciados productos ubedies. esteras de esparto bordadas, alfarería y cerámica, tradicción que se ha mantenído hasta nuestros días. Fue conquistada por Fernando III en 1234 y adquirió caracter de villa realenga. Durante casi tres siglos fue población fronteriza entre los reinos de Granada y Castilla. Este hecho determinó que los sucesivos reyes le otorgen numerosos privilegios y concesiones, como el fuero de Cuenca. En el siglo XVI, durante los reinados de Carlos I y Felipe III, la ciudad alcanzó su máximo esplendor, proporcionado por la properidad económica en el cultivo de cereales, la ganadería e incluso una notable actividad artesanal. La iniciativa constructora del alto clero y de la pequeña nobleza transformarían la ciudad en una de las más suntuosas del renacimiento. Numerosas obras, no sólo de la iglesia, sino también de los señores terratenientes y del propio concejo, cuajan de palacios y casas solariegas a la ciudad e incluso se materializan ensayos puntuales de un nuevo concepto de urbanismo que marcarán desde entonces la fisonomía urbana. Una época en la que hombres de Úbeda ocupaban altos puestos en el gobierno del Imperio como Francisco de los Cobos, secretario del emperador o su sobrino Juan Vázquez de Molina, con idéntico cargo. A partir del siglo XVII y XVIII sufre un estancamiento en su desarrollo, la nobleza repite a escala reducida esquemas anacrónicos, las escasas construcciones del barroco son promovidos por la iglesia, como el convento-iglesia de la Trinidad. En el siglo XIX la ciudad vuelve acelerar su ritmo constructivo. El comercio se implanta con fuerza, lo que se manifiesta en su estampa urbana de construcciones decimonónicas. Ubeda fue declarada Ciudad Histórico-Artística en 1955 y Ciudad Ejemplar por el Consejo de Europa en 1975.
HISTORIA. Respecto de la
antigüedad de esta pobl., leemos en varios escritores «es la ant. Vétula.» Pero el nombre Vétula es desconocido en la ant. nomenclatura geográfica. Mas despreciable es aún, si cabe, el concepto de aquellos que dicen haberla fundado los
romanos con el nombre de Ubeta, por estar cerca de Betis, en el sitio modernamente llamado Ubeda la Vieja, conmemoración tal vez de haber sido allí el asiento primitivo de la c.; aunque con frecuencia ha bastado a sugerir conceptos semejantes la presencia de algunas
ruinas o antiguallas sin necesidad de otro antecedente, por la vulgar tendencia a buscar el origen de la pobl. entre ruinas, aunque estas no pasen de haber pertenecido a alguna de sus dependencias, o si se quiere á otra pobl. distinta. La traslación de Ubeda de aquel sitio al que actualmente ocupa, atribuida a los árabes, es consecuencia voluntaria del precedente supuesto: y mal conocedores de la índole del idioma de aquellas gentes, dicen que le impusieron el nombre de Ebdete. Sin que nada se conozca de tiempos anteriores, respecto de esta pobl., consta si, que existía bajo el dominio de los árabes, quienes la llamaron o pronunciaron su nombre primitivo, no tomado en cuenta por los geógrafos antiguos, Obdah: era c. de importancia, y por eso suena en las guerras civiles y religiosa de los musulmanes: Schyr, hijo de Bekr, general del moravita Yusuf, la tomó á los almohades en 1090. En 1212, después de la célebre batalla de las Navas de Tolosa, los musulmanes de
Baeza, temerosos del vencedor, se retiraron a ella por creerse más afianzados en esta c.: sin embargo, cayeron los cristianos sobre ella el dio 22, esto es, a los 6 de la batalla; y 2 después (24 de julio de 1212) fue tomada por fuerza: el primero que asaltó el muro fue un escudero de Don Lope Ferrech de Luna: los moros compraron entonces, defendiéndose aun en el Alcázar, sus vidas y la libertad de salir fuera por medio de una gruesa suma de dinero; y Ubeda, considerada a la sazón v. por los historiadores cristianos, fue desmantelada. Los moros la restauraron, más para poseerla poco tiempo; pues en 1234 la reconquisto el rey D. Fernando, y dejó en ella una fuerte guarnición, que corriendo la campiña de
Córdoba, llego a escalar la c. misma y a apoderarse de algunas de sus
torres: esta conquista de Ubeda fue la que tuvo lugar en el día de
San Miguel, por lo que tomó por su patrón a este
santo, y no la anterior seguida a la batalla de las Navas de Tolosa, como han afirmado algunos. Hay aun quien, con grande error, atribuye su conquista definitiva a Alfonso XI, fechándola en 1321. Don Sancho IV le concedió grandes privilegios. Hecha ya ciudad en 1468 fue señalada a la infanta Doña Isabel para su acostamiento. En 1501 D. Antonio Manrique, sobrino y parcial del duque de Nájera. siendo corregidor de esta c., favoreció en ella a los trástornadores del orden público; pero todo fue sosegado por la energía y tino del rey Católico.
El 15 de mayo de 1811, tuvo lugar en esta c. un encuentro entre la división española, al mando de D. Ambrosio de la
Cuadra, y las guarniciones francesas de Andújar y
Jaén, que habían acudido a detenerla. En 1830 la ocupó el gefe carlista Gómez; sacó raciones, camisas, alpargatas y otros efectos para sus tropas, e impuso una crecida contribución al cabildo y vecindario. También se llevó los caudales de las administraciones de rent, y tabacos, todo el
ganado caballar, las armas, fornituras y uniformes de los milicianos nacionales, y los mozos solteros y viudos sin hijos. El
escudo de armas de esta c., ostenta la imagen de San Miguel en
campo encarnado; corona de oro por timbre, y por orla 12 leones rojos sobre plata. Es patria de Rui López Dávalos, privado de D. Juan II: del venerable Juan Garrido, de la Orden Tercera de San Francisco, y del escritor Sebastian de Córdoba.
* Diccionario Geográfico - Estadístico - Histórico de
España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz.
Madrid, 1845.