Niña que el rosco, como es
costumbre lo compartí, (con mis hijos) ya que no pudimos hacerlo para la quedada.
No es el síndrome vacacional, es el síndrome Vilcheño que me queda cada año cuando vuelvo, y de verdad os digo que tarda meses en pasárseme.
Pero de verdad os digo que no me olvido de NINGUNO de vosotros, dale un abrazo a Salva.
Saludos fachen.