La fundación de
Arroyo de la Miel se atribuye a Félix Solesio, quién en 1784 compró el cortijo que se encontraba en lo que hoy es la
plaza de
España para construir una
fábrica de papel para naipes. Sin embargo, el complejo quiebra en 1803, y el cortijo es repartido entre los trabajdores, que comienzan a construir sus
casas dando lugar a dicha plaza. Desde este momento, el
pueblo comienza a crecer entorno a ella hasta convertirse en la ciudad que hoy conocemos.