Benalauría debe su origen a la colonización beréber (primer tercio del siglo VIII después de
Cristo). De ella deriva igualmente su nombre, que coincide con el del clan de los Banu l-Hawariya. Perteneció a la Cora de Takurunna y, a partir del siglo XIV, al reino nazarí de
Granada. Como en el resto de la tierra del Genal sus hombres supieron sacar el
fruto de la tierra y de las
aguas, con un uso sabio y respetuoso del medio que continuó incluso tras la conquista cristiana.
Ésta tuvo lugar en 1485, aunque los moros de este
pueblo permanecieron bajo la jurisdicción señorial de los
Feria, Alcalá y Medinaceli. La villa no fue ajena a las revueltas de principios del siglo XVI, o las del último tercio de ese siglo, tras las que queda prácticamente despoblada. Durante la siguiente centuria se repuebla con efectivos llegados de las campiñas y sierras béticas.
A partir de los siglos XVIII y XIX asistimos a una recuperación demográfica que coincide con un cierto auge económico, gracias al desarrollo del
olivar, que propicia la molinería, de la vid y los frutales, así como de los sembradíos de cereal y de los
ganados lanar, caprino y de cerda en las laderas de
Valle del Guadiaro. Sin embargo, hacia la mitad del siglo XX sobreviene la crisis de la
agricultura tradicional, sufriendo el pueblo una dolorosa emigración, el abandono de muchas explotaciones y el fin de la mayoría de los usos que habían constituido el sostén de sus gentes.
La caída de la vid a causa de la filoxera y la competencia de otras zonas no tuvo aquí las dramáticas consecuencias que se observan en otras poblaciones, primero porque nunca ocupó una extensión relevante, segundo por la rápida sustitución por otros
árboles de secano.