Pues yo también pasé por el colegio nuevo, entre 1985/86 cuando hice 1 de B. U. P y el curso 1989/90 en el que hice 3, recuerdo a mucha gente como mi compi de habitación el Tomás, "la tonti" para los colegas, "el huesos" de Alicante, Muñoz Muñoz, "el mumu", los hermanos "culebra", vilmente delatados por "El Mesa", ¡Chivata inmunda! Recuerdo a los yayos, el gordo y el flaco o "carapena" "al meme", el Aparicio y Bernal Samper que junto a mi (yo me llamo Igor y nunca tuve mote por que no había otro Igor en todo el internado) tratamos de hacer música con aquella batería del Aparicio, unas guitarras y un par de amplis hasta que al Torres, director por esa época, le dio por cortarnos el rollo, se arrepintió rápido de habernos cedido el local de la antigua peluquería, demasiada libertad para un sitio como el San José de Campillos.
Muchas historias, muchos compañeros y mucha, mucha droga, más allá de los inocentes canutos, algunos conocimos la heroína que nos haría enfermar, curiosamente todos los que nos liberabamos con la música nos tiramos al caballo, que abundaba en el pueblo y que si te lo proponias encontrabas en el colegio.
Pasaron los años y solo volví a ver a un compañero en la universidad, los dos enfermos acabamos en el proyecto hombre con el paso de los años, otros no tuvieron tanta suerte y llevan tiempo bajo tierra o en un nicho, también comprobé esto por desgracia, es cierto que aquellos años eran muy complejos en la calle también, la droga estaba por todos los sitios y lugares, por todo el país y Campillos con sus colegios no era una excepción, no era algo exclusivo, como fenómeno, las drogas llegaron a todos los rincones de España. En 1990, no nos dejaron matricularnos para ese curso, a un número de alumnos que no podría precisar pero que según el rumor popular y la confesión den un profesor cuyo nombre no revelaré (fue mi tutor en 3C, cada uno que especule) fuimos cerca de 200 alumnos a la calle por nuestra relación con distintas sustancias, principalmente el hachis. En el San José las drogas no existian pero estaban ahí, a día de hoy lo desconozco pero intuyo que poco habrá cambiado este principio.
Podría estar aquí días contando y recordando pero para mi el San Jose de Campillos dejo sobre todo, la huella de la amistad pura, sincera y desinteresada, compartir un cigarro entre tres o cuatro o una simple lata de calamares, el agradecimiento del compañero por acordarte de el en tu salida de fin de semana mientras el quedaba "recuperando en estudio sabado y domingo", también el vacío, la delación, aunque practicada por los cercanos al profesorado, se castigaba con un vacío que debía de doler mas que cualquier puñetazo. Mención aparte merece cuando asistíamos a las compañeras de la milagrosa que, castigadas, agradecían unas litronas fresquitas y alguna china que nos encargabamos de hacerles llegar furtivamente, nos jugabamos el físico literalmemte trepando por ahí.
La verdad es que sacó lo mejor de mi... Y lo peor también.
Muchas historias, muchos compañeros y mucha, mucha droga, más allá de los inocentes canutos, algunos conocimos la heroína que nos haría enfermar, curiosamente todos los que nos liberabamos con la música nos tiramos al caballo, que abundaba en el pueblo y que si te lo proponias encontrabas en el colegio.
Pasaron los años y solo volví a ver a un compañero en la universidad, los dos enfermos acabamos en el proyecto hombre con el paso de los años, otros no tuvieron tanta suerte y llevan tiempo bajo tierra o en un nicho, también comprobé esto por desgracia, es cierto que aquellos años eran muy complejos en la calle también, la droga estaba por todos los sitios y lugares, por todo el país y Campillos con sus colegios no era una excepción, no era algo exclusivo, como fenómeno, las drogas llegaron a todos los rincones de España. En 1990, no nos dejaron matricularnos para ese curso, a un número de alumnos que no podría precisar pero que según el rumor popular y la confesión den un profesor cuyo nombre no revelaré (fue mi tutor en 3C, cada uno que especule) fuimos cerca de 200 alumnos a la calle por nuestra relación con distintas sustancias, principalmente el hachis. En el San José las drogas no existian pero estaban ahí, a día de hoy lo desconozco pero intuyo que poco habrá cambiado este principio.
Podría estar aquí días contando y recordando pero para mi el San Jose de Campillos dejo sobre todo, la huella de la amistad pura, sincera y desinteresada, compartir un cigarro entre tres o cuatro o una simple lata de calamares, el agradecimiento del compañero por acordarte de el en tu salida de fin de semana mientras el quedaba "recuperando en estudio sabado y domingo", también el vacío, la delación, aunque practicada por los cercanos al profesorado, se castigaba con un vacío que debía de doler mas que cualquier puñetazo. Mención aparte merece cuando asistíamos a las compañeras de la milagrosa que, castigadas, agradecían unas litronas fresquitas y alguna china que nos encargabamos de hacerles llegar furtivamente, nos jugabamos el físico literalmemte trepando por ahí.
La verdad es que sacó lo mejor de mi... Y lo peor también.