El nombre de “
Cartajima” es de origen árabe-tagmazib, “Al-Z’jaima”, (el lugar de la altura, según me cuenta un
amigo rifeño). En los primeros textos cristianos aparece como Xaritalxime. Es el
pueblo situado a mayor altura en toda la comarca, por lo que coincide con su emplazamiento. Tenemos el nombre de varias zonas y
fincas, que tienen nombres árabes: Benahayón, Benajeriz, Benahazín, Benajanná, Benajarín. Conquistada
Ronda por los Reyes Católicos y rendidos los demás
pueblos, Cartajima siguió habitada por abundante población morisca (que seguían con sus ritos religiosos) y sufrieron la persecución y procesos judiciales de parte del
Santo Oficio a lo largo del siglo XVI. Sobre todo por las
costumbres musulmanas del ayuno y de sacrificar a los animales degollándolos, para desangrarlos, y esta labor sólo la podía realizar un “santón” varón circundado que realizara todos los rezos diarios, como manda el Corán. Según narran crónicas de la Inquisición.
Los primeros datos históricos de Cartajima son de la época de Fernando VII, concretamente de 1814, fecha en que éste le concedió el título de Villa. Su economía fue en decaimiento desde que la filoxera dañó sus viñedos a finales del siglo pasado. Hasta que comenzó su declive, se la llamaba
Cádiz el Chico, debido a que tenía un importante número de habitantes, el doble del actual, dedicados al cultivo de los
campos y a la preparación del hierro, extraído de las
minas que hay en los alrededores, en una
fábrica que allí existía. Este hierro servía para la producción de cañones, balas y demás materiales bélicos, que posteriormente eran enviados a la fábrica que existía en Jimena. El mayor orgullo de la localidad es el Risco,
sierra calcárea integrada en la Serranía de Ronda, constituyendo un torcal de parecidas características al de Antequera, y adoptando las
piedras infinidad de extrañas y caprichosas formas.
El cultivo de las viñas se mantuvo vigoroso hasta finales del siglo XIX, cuando la epidemia de filoxera acabó con las viñas de toda la comarca. Esa prosperidad económica del XVIII hizo que en este pueblo florecieran oficios más especializados. Consta que unas de las
puertas en madera de
castaño tallada de la
iglesia de Gaucín fueron hechas en Cartajima por un maestro carpintero que debía gozar de mucha estima en la zona como para recibir encargos desde tan lejos. En el Censo de Floridablanca Cartajima presentaba peculiaridades que la hacían una de las poblaciones más prósperas de estos
valles, contando con
médico y notario, oficios desconocidos en casi todos los pueblos restantes, y con un número de habitantes cercano a los 1.500 que nunca ha sido superado.
Durante la Guerra de la Independencia, Cartajima se distinguió en la lucha contra las tropas napoleónicas, especialmente el guerrillero Andrés García, que cuenta entre sus hazañas con el atentado contra el gobernador de Ronda, que murió cuando paseaba con su escolta por el Tajo.
En 1814 Cartajima fue nombrada villa por Fernando VII. Esta situación de esplendor le mereció la denominación del "Cádiz el Chico".