Hablanos de la razón y de la pasión.
Y él respondió diciendo:
Vuestra alma es, con frecuencia, un campo de batalla donde vuestra razón y vuestro juicio combaten contra vuestras pasiones y vuestros apetitos.
Ojalá pudiera yo ser el pacificador de vuestras almas, y transformar la discordia y la rivalidad de vuestros elementos en unidad y armonía.
Pero, ¿cómo podría yo hacerlo a menos que vosotros mismos fuerais también pacificadores, y mejor aún, amantes de todos vuestros elementos ?
Vuestra razón y vuestra pasión son timón y velamen de vuestra alma navegante.
Si vuestras velas o vuestro timón se rompen, sólo podréis navegar a la deriva y permanecer inmoviles en medio del mar.
Porque la razón, si por sí sola reina, restringe todo impulso; y la pasión, abandonada a sí misma, es un fuego que arde hasta su propia destrucción.
Por lo tanto, que vuestra alma eleve vuestra razón a la altura de vuestra pasión, y así esta última podrá cantar; y que dirija vuesta pasión para que ella pueda vivir una resurrección cotidiana y, como el fénix, renazca de sus propias cenizas.
Quisiera que trataseis a vuestro juicio y a vuestros apetitos como trataríais a dos huéspedes queridos en vuestra casa.
Gibran Khalil Gibran.
Y él respondió diciendo:
Vuestra alma es, con frecuencia, un campo de batalla donde vuestra razón y vuestro juicio combaten contra vuestras pasiones y vuestros apetitos.
Ojalá pudiera yo ser el pacificador de vuestras almas, y transformar la discordia y la rivalidad de vuestros elementos en unidad y armonía.
Pero, ¿cómo podría yo hacerlo a menos que vosotros mismos fuerais también pacificadores, y mejor aún, amantes de todos vuestros elementos ?
Vuestra razón y vuestra pasión son timón y velamen de vuestra alma navegante.
Si vuestras velas o vuestro timón se rompen, sólo podréis navegar a la deriva y permanecer inmoviles en medio del mar.
Porque la razón, si por sí sola reina, restringe todo impulso; y la pasión, abandonada a sí misma, es un fuego que arde hasta su propia destrucción.
Por lo tanto, que vuestra alma eleve vuestra razón a la altura de vuestra pasión, y así esta última podrá cantar; y que dirija vuesta pasión para que ella pueda vivir una resurrección cotidiana y, como el fénix, renazca de sus propias cenizas.
Quisiera que trataseis a vuestro juicio y a vuestros apetitos como trataríais a dos huéspedes queridos en vuestra casa.
Gibran Khalil Gibran.