Construida en el siglo XI, la Alcazaba de
Málaga llegó a ser una de las fortalezas musulmanas más importantes e inexpugnables de
España gracias, sobre todo, al doble muro erigido a su alrededor por orden del rey bereber de la taifa de
Granada, Badis.
También su situación estratégica (bajo el
Castillo de Gibralfaro) y su gran entramado defensivo (compuesto por matacanas,
torres albarranas con saeteras y
murallas almenadas) ayudaron en las labores de defensa de la ciudadela.
De hecho, tal fue su importancia, que en el siglo XIII y siguiendo la
tradición de la
arquitectura granadina, se realizaron reformas en el interior de la Alcazaba de Málaga para convertirla en un recinto palaciego con bellos
jardines,
patios y estanques, así como una refinada decoración en las estancias interiores que jugaban a la alternancia de luces y
sombras.
Fue bajo el Reino Nazarí cuando la Alcazaba vivió su mayor apogeo. Esta fortaleza alberga en su interior varios
palacios que recuerdan, en cierto modo, a los de la Alhambra de Granada.