Aunque en el entorno de la ciudad se han encontrado restos prehistóricos que se remontan al Neolítico entre los que destacan las pinturas rupestres de la
Cueva de la Pileta, los orígenes de
Ronda se deben a los celtas, quienes en el siglo vi a. C. la llamaron Arunda. Posteriormente, los fenicios se instalaron en una aldea cercana que llamaron Acinipo. Arunda, tras ser conquistada por los griegos, pasó a denominarse Runda.