La implantación de estructuras de ferrocarril para las ciudades generó un gran impulso económico y crecimiento a otras ciudades lejanas. El ferrocarril, en sus comienzos, fue un elemento de conexión clave hacia el exterior que trajo grandes beneficios a los sitios que contaban con puntos de estación. Sin embargo, las vías condicionaron a las estructuras urbanísticas al funcionar como un “efecto barrera”, limitando la circulación interna por el corte que imponía en las tramas urbanas, que se vieron afectadas en su desarrollo por el trazado de la red ferroviaria. Respecto al “efecto barrera”, consta que las vías de ferrocarril podrían generar un límite en el crecimiento urbano.