Toda la península está jalonada por muchos de los mejores
puentes romanos que quedan; grandes
arcos que atestiguan el conocimiento y la experiencia transmitida en el Imperio, y cuya máxima expresión es el
Puente de Alcántara, en
Cáceres. Con la caída del Imperio
Romano se pierde el conocimiento de la construcción de puentes, al igual que en el resto de disciplinas del saber, y se entra en un vacío que dura más de diez siglos. En ese tiempo ningún puente se acerca a la calidad y tamaño de los puentes romanos.