En la construcción del nuevo
puente no se podía fallar, por lo que la posibilidad de saltar con un único
arco de 35 metros quedó en el olvido y se decidió optar por una solución más conservadora, por un arco más pequeño, uno con el que los arquitectos españoles estuvieran familiarizados, un arco de 15 metros de diámetro. Y es que, en los
puentes, el tamaño sí importa.