Y esta sensación la causan dos factores: que la
piedra es la misma del Tajo y que no hay discontinuidad entre la piedra natural y la tallada, están adheridas en toda la altura. Sólo hay que observar un
atardecer desde el
mirador aguas abajo del
Puente y entornar ligeramente los ojos para percibir un único cuerpo. Dejar pasar los minutos disfrutando del cambio de tonalidad del conjunto del ocre a un dorado intenso, justo antes de que se oculte el sol a nuestra espalda.