Es en esta época y gracias a una pujante aristocracia cuando se construyen los
monumentos más significativos y emblemáticos de la
Ronda actual: el
Puente Nuevo y la
Plaza de Toros. A partir de entonces, y durante todo el siglo XIX, se forja la imagen romántica de la ciudad, así como de su Serranía, en la que el mundo del bandolerismo y de la tauromaquia causarán una profunda impresión en muchos insignes viajeros (Ford, Lewis, Doré, Davillier, etc). No obstante, la riqueza cultural y tradicional de Ronda es mucho más amplia y diversa que la que ofrece esta imagen que, por agradable, no deja de ser tópica.