La ciudad de
Ronda asiste a comienzos del siglo XX a la construcción de una serie de
edificios que muestran su preferencia por la estética modernista y que realmente contribuyeron a cambiar la fisonomía de las
calles donde se levantaron, consiguiendo dar a la ciudad un aspecto de modernidad, acorde con una época de moderada prosperidad económica que viene de la mano de la llegada del ferrocarril y del florecimiento de una burguesía que permite acometer estas obras.