Entre encinares viejos se hallan Algatocín y Benarrabá. En el primero dormita un yacimiento
romano, una
iglesia mudéjar y una
ermita pintoresca colgada de lo alto de un cerro. Benarrabá, rodeada por bosques de alcornoques y
campos de
almendros, aún guarda la memoria musulmana en sus múltiples acequias y
fuentes, así como en los restos de la fortaleza que culmina el
monte Porón.
Benadalid, coronado también por un
castillo árabe, parece resumir en el encanto de sus
calles, sus
plazas mínimas, en la digna modestia de su templo parroquial o en la tierna frondosidad de su
huerta todos los valores que han hecho del
valle un territorio mítico al sur de la ciudad de
Ronda.