FOTO DEL DÍA.
TEBA.
Málaga.
Andalucía.
ESPAÑA. Monolito en honor a Sir James Douglas.
En la
Historia General de España, el padre Mariana relata el hecho más sobresaliente producido en Teba desde la muerte del caudillo árabe Omar Ben Hafsun, el hêroe de Bobastro: la conquista de la Villa por Alfonso Undêcimo el 20 de enero de 1389. Entre las vîctimas de la batalla, destaca la muerte de Sir James Douglas, caballero leal del rey Roberto Primero de Escocia que luchó junto a las tropas cristianas.
Este hecho se relata en una lápida que existe en la villa, ofrecida por el
pueblo escocês de Melrose, con el que Teba está hermanado, y que fue traîda por los descendientes de aquel caballero británico, que perdió su vida en la conquista del pueblo malagueño. Otra de las anêcdotas hace referencia a la emperatriz de los franceses Eugenia de Montijo, quiên era descendiente de los primeros conquistadores de Teba, la
familia Martîn Fernán de Portocarrero y la familia de Juan Ramîrez de Guzmán, nombrado primer señor de Teba.
La leyenda de ‘Brave Heart’ se fraguó en la conquista de Teba
Robert I Bruce, el eterno Rey de Escocia conocido por ser el vencedor de la guerra de independencia contra la corona británica del Rey Edward, unificó a los
pueblos del norte y se erigió como monarca independiente en el siglo XIV. ‘Braveheart’, la famosa película de 1995 dirigida y protagonizada por Mel Gibson tiene varias incorrecciones históricas, aunque la más grave es una que realmente nunca se llega a mencionar en el fim: William Wallace (a quien interpreta Gibson) fue, efectivamente, un astuto soldado que lideró a su pueblo en varias batallas y fue ejecutado por traicionar al rey inglés, pero él no fue Corazón Valiente (Brave Heart, en inglés). Este término corresponde a Robert Bruce y se terminó de consolidar en Teba, concretamente en el
río Guadalteba, frente al
Castillo de la Estrella, en 1330,. Sir James Douglas es el protagonista de dicho fenómeno.
Douglas fue caballero de la corte de Robert I Bruce, y le fue encomendada una misión con la que cumplir el último deseo de su rey: viajar a Tierra
Santa, como los grandes monarcas europeos, a combatir a los infieles. Robert I no pudo hacer ninguna cruzada antes de morir, ya que pasó su vida combatiendo a los ingleses. Por ello, en su lecho de muerte, pidió a sus hombres más fieles que le extrajeran el corazón del pecho y lo enterrasen en la
Iglesia del
Santo Sepulcro, en Jerusalén. Sir James Douglas aceptó la empresa, que lideró tras ser elegido por sus compañeros como el más indicado para dirigir la expedición por su cercanía con el rey. Así comenzó el
camino, con el corazón embalsamado de su monarca colgado del cuello en un pequeño cofre de plata, hacia oriente.
El mayor experto en esta historia es el malagueño Isidoro Otero
Cabrera. El profesor e historiador publicó con la Editorial Aljibe en 2015, el libro ‘James Douglas, la cruzada de Brave Heart’. Entre sus páginas se esconden los secretos de este suceso, muy conocido en por los responsables de patrimonio del
Ayuntamiento de Teba, vecinos y turistas curiosos, aunque no para el gran público español. El escritor explica a SUR que el episodio es “apasionante” y que tiene muchos puntos interesantes. Para las páginas de su novela, Otero ha viajado a Escocia, visitado los lugares clave y revisado toda la documentación y literatura relativa, incluídas las memorias de Alfonso XI de Castilla.
El monarca español, tal y como relata Otero, juega un papel decisivo en esta historia. “En la
primavera del año 1330, James había reunido a su alrededor en el castillo de Douglas a veinte de los más buenos escuderos, pronto se deberían unir seis de los más valientes caballeros de Escocia”, explica. Tras hacer una parada en Flandes, siguieron el
canal inglés, costearon
Galicia,
Portugal y finalmente llegaron a Castilla. A las
puertas del Mediterráneo, decidieron subir el Guadalquivir hasta
Sevilla. Los autores difieren con respecto a los motivos de este desvío: algunos defienden que se tomó en busca de aprovisionamiento; otros porque ya conocían la guerra entre cristianos y musulmanes en la península. Al fin y al cabo, es ahí cuando aparece Alfonso XI. En ese momento, los castellanos habían puesto el punto de mira en la ciudad mora de Teba para seguir con su avance hacia el sur. Teba está situada sobre una colina empinada y en aquella época ya estaba fuertemente protegida por un recinto
amurallado, un castillo (actual Castillo de la Estrella) con vistas hacia
Ardales y el
valle del río Guadalteba.
Alfonso XI convenció a los caballeros del norte de que la Guerra Santa también se estaba librando en el sur de la península Ibérica, diciéndoles que la batalla contra los infieles requería de su ayuda. “La pequeña escuadra de escoceses se enroló con los castellanos bajo el mando del
joven rey Alfonso XI y los granadinos bajo el mando del general Osmín”, matiza Otero.
Una batalla desigual
En el
campo de batalla se mezclaron dos disciplinas de combate muy distintas. Los escoceses llevaban años luchando contra los ingleses en enfrentamientos sobre campo abierto, rudimentarios y lineales, basados en las porciones de territorio. La lucha por Al-Ándalus, sin embargo, había llevado a las facciones castellanas y nazaríes a desarrollar mecanismos más complejos, basados en la inteligencia de sus comandantes. Los escoceses fueron mandados a repeler al enemigo en la ribera del río. Durante el fragor de la batalla, Sir James Douglas contempló cómo los adversarios se batían en retirada, por lo que decidió cargar contra ellos, persiguiéndolos, sin saber que iba directo a una vieja trampa nazarí: “Le hicieron una maniobra envolvente, conocida como ‘torna fugit’, basada en fingir la huída de una parte de las facciones para hacer una emboscada al perseguidor”, comenta Otero. Los castellanos ya conocían de sobra este movimiento, pero los nazaríes decidieron probar suerte contra los extranjeros, y salió bien.
El 25 de agosto de 1330, Sir James Douglas cae muerto a manos de los nazaríes, pero la leyenda acababa de conocer. Según el mito, antes de morir, exclamó: “Adelante, bravo corazón (brave heart) donde tú vayas has de vencer, Douglas te seguirá o morirá”. Así, el corazón del rey tocó una vez más el suelo de la Guerra Santa. “Los hombres de Douglas buscaban por el campo de batalla a su dirigente y al final encontraron su cuerpo rodeado por un círculo de musulmanes muertos, perforado por cinco heridas mortales. Lo llevaron respetuosamente a su
tienda de campaña. Más tarde, conforme a las
costumbres establecidas, separaron la carne de los huesos. La carne quedaría en España, sería santificada y enterrada en suelo santo. Los huesos encontrarían después su última morada en la iglesia de
San Bride, en el valle de Douglas”, relata Otero. El corazón del rey fue retornado por el resto de la comitiva, que decidió volver a Escocia tras el fracaso en Teba. Fue enterrado en la Abadía de Melrose.
Un grupo de vecinos de Teba viajó en 2006 a Escocia, donde fueron recibidos por Lord James Douglas Hamilton, que ostenta el título de Barón de Selkirk y Douglas y es descendiente del héroe. El encuentro se hizo en el parlamento, y fue el retorno de un gesto anterior que la nación del
Reino Unido tuvo con el Ayuntamiento de Teba en 1989 (colocando un monolito de mármol y granito en honor al acontecimiento). En 2006 comenzó un hermanamiento entre el municipio malagueño y la ciudad escocesa de Douglas. “La delegación de Teba también visitó la abadía de Melrose, donde está enterrado el corazón del Rey Roberto I, y en ella se realizó una ofrenda floral en el monolito que indica el lugar de la inhumación”, reseña el escritor. La inscripción en gaélico sobre el lugar de la inhumación dice así: “Un corazón noble nunca está en paz si carece de libertad”. Los vecinos de Teba visitaron finalmente la ciudad de Douglas, siendo recibidos por las autoridades locales como visitantes y despedidos como hermanos.
Sir James Douglas es, a día de hoy, uno de los pilares con los que los responsables del Castillo de la Estrella (también conocido como Castillo de Teba), cuentan la historia del municipio. En el centro de interpretación, que será reformado en el futuro, están pintadas las frases de parte de las memorias de Alfonso XI, en las que cuenta el trágico desenlace, dejando claro que el escocés “lanzó su cuerpo contra los enemigos de la
cruz”.