VALLE DE ABDALAJIS: Muere otro militar español destinado en Afganistán...

LOS VALORES FUNDAMENTALES DEL SOCIALISMO

El ideal socialista de siempre, se ha basado en tres valores fundamentales, La Libertad, La Igualdad y La Solidaridad. Tres principios que en el transcurso de los últimos 130 años han servido de faro y guía para la estructuración de la sociedad contemporánea europea.

La Libertad, un concepto clave pilar fundamental de la democracia, sin la cual no es posible la organización de ninguna estructura social perdurable; Libertad de pensamiento e ideas, para que puestas en común y contrastadas, permitan la articulación de estructuras encaminadas a la consecución de progreso de la colectividad.

Si bien el concepto de libertad forma parte del espíritu socialista, en puntos concretos de la historia, algunos líderes, han caído en la tentación de orillarlo surgiendo conceptos como la dictadura del proletariado de nefastas consecuencias y fracasos estrepitosos. Felizmente hoy en día bien pocos se plantean un socialismo al margen de la Libertad; cuestión que contrasta con las ideologías neoliberales y neoconservadoras, que en determinadas circunstancias, son capaces de primar la seguridad por encima de la libertad, o vendernos la imagen de una falsa libertad, como la de los padres para escoger la educación de sus hijos cuando con el dinero de todos se financian escuelas de concepción integrista católica.

El concepto de Igualdad, sin embargo parece que aun sigue poco claro, al menos en un país como el nuestro, donde la tentación del nacionalismo, central o periférico lo mismo da, confunde las mentes de algunos compañeros que prefieren seguir insistiendo en buscar lo que nos separa a los diversos seres humanos por su localidad de nacimiento, en lugar de lo que nos une, como es la capacidad de realizar proyectos en común que se enriquecen a partir de la diversidad cultural.

El concepto de igualdad en el socialismo español, un país que parte de realidades culturales diversas, nos conduce inexorablemente hacia la consideración del federalismo como una buena y justa solución en la estructuración político social del estado, máxime cuando esta fórmula se antoja la más adecuada como garantía de respeto hacia las diversas realidades.

Deberíamos huir como de la peste, de la falsa igualdad que encontramos siempre en boca de la derecha reaccionaria, como por ejemplo cuando con el dinero de todos, se subvencionan escuelas de élite, o las de cierto integrismo religioso que separan los alumnos por sexos, o se financian los libros de texto de quien perfectamente puede pagarlos. Esto no es igualdad amigos, cuando resulta que unos pocos en este país, gozan de un poder adquisitivo, que le está vetado a una gran mayoría.

Finalmente el último gran principio socialista, la solidaridad es el gran responsable de la resurrección de Europa después del gran desastre de la segunda guerra mundial, fue el compartir esfuerzos y rendimientos, lo que permitió a Alemania, Francia, Holanda etc. alcanzar altos niveles en clave de gran potencia mundial. La socialdemocracia, garante de un justo reparto de la riqueza mediante el sistema de impuestos, y su consecuencia más clara el llamado estado del bienestar, ha sido el más claro ejemplo de cómo una sociedad libre, igual y solidaria puede alcanzar un alto grado de bienestar social y aquí amigos, es donde radica una buena parte del problema donde nos vemos inmersos hoy en día, por cuanto la profundización de la UE y el abandono progresivo del nacionalismo disgregador que ello comporta, empieza a representar un grave peligro para una cierta élite mundial que ve peligrar sus privilegios, en cuanto una potencia de más de 300 millones de personas, administrada en los principios socialistas, pueda competir con ellos de igual a igual.

Es a partir de aquí que uno puede entender los ataques de los mercados al Euro, y la incapacidad de los grandes dirigentes europeos actuales, encuadrados en las filas de la derecha, para conseguir sacar el viejo continente del atolladero. Pero esto és materia para otro articulo"

Obtenido del Bloc de Cosme Modolell

Muere otro militar español destinado en Afganistán en un ataque de los talibanes
El sargento Joaquín Moya falleció cuando era evacuado en helicóptero tras recibir un disparo en el pecho l La familia pide explicaciones a Zapatero
El sargento gijonés perdió la vida en junio junto a la soldado Niyireth Pineda, en el mayor atentado contra las tropas españolas
Manuel Argudín, penúltima baja y el sexto asturiano caído en la misión
Oviedo, L. Á. V.
Un militar español falleció ayer en Afganistán, cuando era evacuado en helicóptero a un hospital, tras recibir un disparo en el pecho durante un ataque de los talibanes en las proximidades de la localidad de Ludina contra tropas afganas a las que acompañaba un equipo de instructores españoles.

Se trata del sargento primero Joaquín Moya Espejo, cordobés de 35 años, que formaba parte de un Equipo Operativo de Asesoramiento y Enlace (OMLT) que instruye al Ejército Nacional Afgano (ANA) en las tareas de despliegue de los militares afganos en la provincia de Badghis.

El suceso se produjo al noroeste de Ludina, cuando una unidad del Ejército afgano estaba desplegada en una loma, junto al equipo de mentores españoles y un equipo de tiradores de precisión que protegía a las unidades que progresaban por el valle, según informa el Ministerio del Interior.

En ese momento se recibió fuego de armas ligeras desde una posición lejana, y el sargento primero Joaquín Moya, que iba equipado con chaleco antibalas, fue alcanzado en el tórax por un disparo. El suboficial fue evacuado en un helicóptero norteamericano al hospital, y entró en parada cardiorrespiratoria durante el vuelo. Se certificó su fallecimiento cuando llegó al centro hospitalario Role 2 de Bala Murghab.

El fallecido, casado hace diez años y separado en 2010, tenía un hijo de 8 años y llevaba tres años destinado en el Regimiento de Infantería Garellano 45, con sede en Vitoria. La madre de Joaquín Moya y su hermana María José fueron las primeras en recibir la información de su fallecimiento. Se trata, según Defensa, del primer militar español muerto por arma de fuego durante un ataque en los casi diez años de participación de las tropas españolas en la misión de Afganistán, iniciada en enero de 2002.

Joaquín Moya era el mayor del tres hermanos. Una cuñada del militar pidió, en nombre del familia, al presidente Zapatero que les dé explicaciones y criticó que siga enviando a soldados a que «los maten» a países como Afganistán. Con este sargento cordobés son 98 los militares españoles caídos en Afganistán, donde también han muerto dos intérpretes. Cabe recordar que de esas víctimas mortales 79 corresponden a dos accidentes aéreos (el del «Yak-42» y el «Cougar»), 14 se registraron en ataques de los talibanes (doce de ellos con artefactos explosivos improvisados), dos en accidentes de tráfico y dos por causas naturales.

La ministra de Defensa, Carme Chacón, canceló ayer su viaje a la isla de El Hierro y se trasladó urgentemente Afganistán, acompañada por el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), José Julio Rodríguez, para recibir información de primera mano sobre esta nueva baja española y acelerar los trámites de repatriación del cuerpo del militar fallecido.

Los candidatos de los dos grandes partidos, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, transmitieron su «más sentido pésame a la familia, amigos y compañeros» del suboficial cordobés. Expresaron sus condolencias la ministra Rosa Aguilar, el presidente andaluz, José Antonio Griñán; la presidenta de Castilla-La Mancha, Dolores de Cospedal, y el candidato de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida.

Hasta la muerte ayer del cordobés Joaquín Moya Espejo, la última baja mortal en Afganistán era el sargento gijonés Manuel Argudín Perrino, fallecido junto a la soldado Niyireth Pineda el pasado 26 de junio, en el mayor atentado de los talibán contra las tropas españolas, a tenor de la cantidad de explosivo utilizado. El ataque que costó la vida a este gijonés de La Calzada se produjo en las inmediaciones de Qala i Now, la capital de la provincia de Badghis, en la que estuvo destinado hasta abril un destacamento del Regimiento «Príncipe» Número 3, con base en el acuartelamiento Cabo Noval de La Belga (Siero).

La lista de bajas asturianas causadas por esta guerra se abrió el 27 de mayo de 2003, con el accidente del «Yak-42», que transportaba a 62 militares españoles de regreso de la misión en el avispero de Asia central. En ese siniestro murieron el comandante Antonio Novo Ferreiro, nacido en Oviedo; el capitán de ingenieros Jesús Mariano Piñán Blanco, nacido en Gijón, y el subteniente del Ejército del Aire Joaquín Álvarez Vega, de San Esteban de Pravia (Muros de Nalón).

Dos años después, el 17 de agosto de 2005, fallecía el sargento asturiano José González Bernardino, en el incidente del helicóptero «Cougar», que costó la vida a 17 militares españoles.

La quinta víctima mortal asturiana fue el brigada gijonés Juan Andrés Suárez García, fallecido en un atentado en Afganistán el 9 de noviembre de 2008, y al que el Gobierno acaba de conceder a título póstumo la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil. Juan Andrés Suárez ya había sido distinguido a título póstumo con la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo. El brigada murió junto al vigués Rubén Alonso Ríos en un ataque suicida perpetrado en el distrito de Shindand, a unos 100 kilómetros de Herat (Afganistán), cuando regresaban en un convoy tras realizar un ejercicio de instrucción con tropas afganas.

En su anterior misión en Afganistán, dos soldados del Regimiento «Príncipe» se vieron envueltos en acciones de combate que les han valido la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo. Se trata del capitán Pedro López de Lis -ahora en la brigada acorazada «Guadarrama» XII- por la toma y defensa de una loma en uno de los extremos del valle de Murghab, y el capitán Alberto Pérez Montes, que se vio envuelto en un duro combate en la «ruta Lithium».