Más de 46.000 familias de la provincia subsisten con todos sus miembros en edad activa en el desempleo y más de 37.000 malagueños en paro no reciben ya ninguna prestación por desempleo, según datos oficiales. La mayoría son hogares normalizados que hasta ahora no habían tenido dificultades económicas serias y pagaban religiosamente sus facturas. Ahora, se enfrentan meses de recibos sin abonar y al miedo de perder sus viviendas por no poder afrontar la hipoteca o el alquiler. Al final, para hacer frente a todos los gastos corrientes y garantizarse un techo, recortan hasta el extremo su presupuesto en comida. «Muchas familias están pasando hambre en este momento, y no están muy lejos de nosotros, pueden ser nuestros vecinos, o la persona con la que nos cruzamos por la calle», indicó ayer Javier Peña, presidente del Banco de Alimentos de Málaga Bancosol.
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