Pues por la parte que me corresponde y, debido a la edad y a la salud, ahí va mi ayuda psicológica que, aunque sea poca cosa, lo digo de corazón:
¡Ánimo, vecinos! ¡Que una tromba de
agua no os desmoralice! Ya ha pasado todo. Ahora, a recuperarse y, a ser posible, poner los medios suficientes para que, en la próxima ocasión, y espero que no la haya, no vuelva a ocurrir lo mismo.
Fuerte abrazo a todos.