Durante la época Imperial
romana el poblamiento de
Villanueva de Tapia debió situarse del actual casco urbano, en ambos lados de la
carretera MA-214 de
Archidona a
Iznájar, muy cerca del lugar conocido como “El Nacimiento”. Se han localizado restos de muros de época alto imperial, siglos I-II d. C., formados por
piedras locales bien escuadradas, unidas a seco o con barro. La
cerámica aparecida es de época alto imperial, se trata de pequeños trozos de terra sigillata decorada con círculos, guirnaldas, motivos animales y humanos.
De su
historia reciente se sabe que, tras la conquista cristiana, Archidona e lznájar venían disputándose los terrenos del actual término de Villanueva de Tapia, rico en bellotas y forraje para el
ganado, polémicas que le valieron a esta localidad el sobrenombre de Entredicho, con el que también se la conoce. Los consejeros de la Real Hacienda para acabar con el problema decidieron que el polémico término del El Entredicho pasase a formar parte del Patrimonio Real, lo que ocurrió el 20 de junio de 1602. Pero más adelante, Felipe III, considerando que las nuevas tierras de la Corona no eran demasiado rentables para su patrimonio, decidió venderlas a un miembro del Supremo Consejo de Castilla, llamado Pedro de Tapia. Así, esta población surge en el siglo XVII bajo el mecenazgo de los Condes de Tapia con el nombre que hoy se le conoce.
Hoy en día se sigue llamando popularmente a Villanueva de Tapia como ‘El Entredicho’. El origen de este nombre se remonta a finales del siglo XV, al terminar la reconquista. Desde el s. XVI Archidona, perteneciente a los Duques de Osuna, e Iznájar, bajo la jurisdicción de la
Casa de
Córdoba, se disputaron estas tierras ya que los terrenos del actual término de Villanueva de Tapia, ricos en pastos, con un importante bosque mediterráneo y con algunas hazas de labor, se encontraban en el límite jurisdiccional entre ambos municipios. Las polémicas suscitadas por este asunto, le valieron a este municipio el sobrenombre de “El Entredicho”. Del mismo modo, su situación geográfica, sobre todo por el Este, ha hecho de este
pueblo a lo largo de su historia, paso obligado de viajeros y mercancías que se dirigían hacia Córdoba, lo que ha producido conflictos en cuanto a su pertenencia a la provincia de
Málaga o a la de Córdoba.
A comienzos del siglo XVII el Entredicho va a pasar a manos de la Corona, que convierte en realengos los bosques del entredicho. Esto es debido a que el Licenciado Don Pedro de Tapia, alcaide del
Castillo de Loja, había denunciado ante el Consejo de Hacienda que esta zona estaba en litigio y que por tanto, al no existir un dueño reconocido, pertenecía al rey. La Corona, acuciada por sus problemas económicos y al no ser rentables estas tierras, decide al poco tiempo mediante el Consejo Real venderlas. Así fue por lo que por medio de una carta de venta dada en Aranjuez a 21 de Abril de 1603, el término del Entredicho fue vendido por el rey Felipe III al Licenciado D. Pedro de Tapia por 12.000 ducados. El Licenciado Don Pedro de Tapia era un reconocido hombre de leyes, que fue oidor en las Chancillerías de
Valladolid,
Granada y en la Contaduría Mayor de Hacienda, fue también Fiscal del Consejo Real y por último miembro del Consejo de Castilla y alcaide del castillo de Loja (Granada). Fue por tanto, un miembro del gobierno del rey Felipe III.
El Entredicho cambia de nombre para llamarse Villanueva de Tapia y se produciría el asentamiento de nuevos labradores que trabajasen sus recién compradas tierras, registrándose un importante crecimiento. Los repobladores de la nueva villa vendrán de
pueblos y comarcas vecinas, también del norte peninsular, sobre todo de
Galicia.
D. Pedro de Tapia y su mujer Dña. Clara del Rosal fundaron un mayorazgo que, conjuntamente con el heredero de la
familia granadina de los Muñoz Salazar que casaría con una de sus hijas, será la base por la que sus descendientes y sucesores dominen la vida de esta villa andaluza hasta las primeras décadas del S. XX, momento en el que sería comprada por D. José Mejías Bermúdez, en 1.920. Por lo que a hasta esa fecha estos tres apellidos Tapia, Del Rosal y Salazar fueron señores y condes de esta villa durante cuatro siglos.