Las fuerzas del orden público son una herramienta que la sociedad pone en manos de los gobiernos y que estos deben usar con un exquisito cuidado.
Las amputaciones, traumas y fallecimientos son siempre dolorosos y dejan secuelas por más que se produzcan en el quirófano, con todos los medios pertinentes, con cirujanos titulados, protocolizados y aunque sea para evitar un mal mayor. Por tanto el utilizar la discrecionalidad (es decir a criterio del actuante se pueden saltar las normas) para el uso de la fuerza pública me parece peligroso además de arcaico e incluso poco conveniente el cargar con esa responsabilidad a quien en un momento dado se puede encontrar sin un código de conducta bien definido y que le proteja deontológicamente.
Volviendo al momento de la foto no cabe la menor duda que los criterios de entonces nada tienen que ver con la actualidad, pero la fama que gozaba el cabo Quijada, que yo ignoro si es el de la foto puesto que yo no lo conocí, se la ganó, según cuentan, agotando el presupuesto que la Benemerita tenia para vergajos, porque los rompía sobre las espaldas de los yunqueranos que caían en sus manos; generalmente, como dice Pedro, estos eran los mas humildes a los que la necesidad acuciaba.
Que sepamos los grandes estrasperlistas, los que comerciaban con las raciones, o los que ocultaban las cosechas de cereales, aceite y otros alimentos básicos a la Comisaría General de Abastos, nunca tuvieron problemas y de eso eran sabedores y corresponsables todos y cada uno de los que aparecen sentados en esas sillas incluido el cura.
No quiero ofender a nadie, ni a personas ni a instituciones pero cuento lo que se decía.
Las amputaciones, traumas y fallecimientos son siempre dolorosos y dejan secuelas por más que se produzcan en el quirófano, con todos los medios pertinentes, con cirujanos titulados, protocolizados y aunque sea para evitar un mal mayor. Por tanto el utilizar la discrecionalidad (es decir a criterio del actuante se pueden saltar las normas) para el uso de la fuerza pública me parece peligroso además de arcaico e incluso poco conveniente el cargar con esa responsabilidad a quien en un momento dado se puede encontrar sin un código de conducta bien definido y que le proteja deontológicamente.
Volviendo al momento de la foto no cabe la menor duda que los criterios de entonces nada tienen que ver con la actualidad, pero la fama que gozaba el cabo Quijada, que yo ignoro si es el de la foto puesto que yo no lo conocí, se la ganó, según cuentan, agotando el presupuesto que la Benemerita tenia para vergajos, porque los rompía sobre las espaldas de los yunqueranos que caían en sus manos; generalmente, como dice Pedro, estos eran los mas humildes a los que la necesidad acuciaba.
Que sepamos los grandes estrasperlistas, los que comerciaban con las raciones, o los que ocultaban las cosechas de cereales, aceite y otros alimentos básicos a la Comisaría General de Abastos, nunca tuvieron problemas y de eso eran sabedores y corresponsables todos y cada uno de los que aparecen sentados en esas sillas incluido el cura.
No quiero ofender a nadie, ni a personas ni a instituciones pero cuento lo que se decía.