He visitado
Alcalá de Guadaira en el 2005, y me pareció una ciudad maravillosa, la gente bellisima, una ciudad cuidada, armoniosa y tranquila.
Mis
amigos se radicaron allá y los he visitado y ellos están muy
felices.
Después de haber estado en Buenos Aires, sufriendo los avatares de esa gran ciudad, Alcalá les devolvió la serenidad y tranquilidad que tanto habían ansiado en sus vidas. Ana.