Las
costumbres funerarias de estas gentes son conocidas a través de otros yacimientos próximos. En general, los primeros moradores de
Carmona se inhumaban en sepulcros dolménicos colectivos. A principios de este siglo Vega Peláez y G. Bonsor localizaron un dolmen formado por un corredor de 17 m de longitud, cortado por los cimientos del
Ayuntamiento, que daba acceso a una cámara circular de 3,70 m de diámetro cubierta con una
cúpula realizada por aproximación de hileras culminada con una gran
piedra de alcor, en la confluencia de las
calles Santa Catalina y Sacramento.