Carmona y Tartessos: Bronce Final y Primer Hierro. Desde mediados del siglo VIII a. C., al menos, se había desarrollado en el poblado tartésico de Carmona un núcleo de población estable en una zona situada en el extremo norte, el actual
barrio de
San Blas, de la amplia meseta que da asiento a la actual ciudad. El lugar, de unas 6 ha de extensión, constituía entonces una fortaleza natural desde la cual se dominaban los
caminos que conducían al Guadalquivir y al interior de la región.