Durante el Imperio. En la segunda mitad del siglo I, se inicia un período de prosperidad económica, fundamentado en la producción agropecuaria y el
comercio a larga distancia, como lo demuestran los hallazgos de ánforas procedentes de la Bética en el
Monte Testaccio, y el volumen de
cerámicas gálicas documentado en las excavaciones, y respaldado por la Paz
romana. Pronto se originó una intensa actividad constructiva, que se tradujo en una expansión urbana de norte a sur y que provocó una dicotomía: al norte la ciudad vieja, al sur la nueva. Se llevaron a cabo fuertes transformaciones urbanísticas, en trazados, creación de servicios, consolidaciones, etc.
Carmona adopta un plano organizativo radicado en el centro.