El
convento de
Santa Clara, situado en
Carmona (provincia de
Sevilla), fue fundado en 1460, siendo una de las primeras muestras de
arquitectura conventual existente en la ciudad. Su fundación se autorizó mediante una bula otorgada por el pontífice Pío II en 1460, a petición de sus fundadoras doña Teresa y doña Beatriz de Salcedo. Desde sus primeros años de existencia, gozó de protección del pontificado y la corona, como la custodia de las llaves de la ciudad de Carmona en periodos de guerra o la exención de impuestos a los vecinos que estaban al servicio del Convento.