Su evolución histórica es semejante a la de la propia
Catedral de
Sevilla: se asienta, como aquella, sobre una vieja mezquita de la que también conserva parte del
patio de los Naranjos o de abluciones, en cuyo costado discurre una galería de
arcos árabes sobre fustes de mármol y granito de origen
romano, uno de ellos con la inscripción de un calendario litúrgico visigodo.