De los tres alcázares con que cuenta la ciudad, al menos dos estuvieron en uso durante el dominio islámico. La fortaleza de la
Puerta de
Sevilla fue sometida a importantes transformaciones con el objeto de adaptar las estructuras preexistentes, como la elevación de la
torre del
homenaje y la superposición de un nuevo
arco a los
romanos precedentes. El Alcázar de Arriba o Alcázar Real conserva en su interior un
palacio, cuyos caracteres tipológicos permiten datarlo hacia comienzos del siglo X.