Tras la toma de
Carmona, Fernando III dio forma a un pacto que permitía a los musulmanes conservar sus propiedades y mantener sus residencias. Otorgó un fuero municipal a la ciudad, a la que decidió incluir en la categoría de señorío de realengo. Fernando I de Castilla y III de
León, llamado «el
Santo», fue rey de Castilla desde 1217 hasta 1252 y de León del 1230 al 1252. Hijo de Berenguela, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León, unificó dinásticamente los reinos castellano y leonés, que permanecían divididos desde 1157 cuando Alfonso VII el Emperador, a su muerte, los repartió entre sus hijos, los infantes Sancho y Fernando.