En medio de este clima negativo, agravado en 1348 por los estragos que causa la peste negra, se inaugura el reinado de Pedro I (1350-1369) que, paradójicamente, se cerrará con un balance positivo para
Carmona. El gobierno de este rey, conocido por el apelativo de El Cruel, dejará en la ciudad importantes obras de
arquitectura. Suya fue la decisión de restaurar el antiguo
palacio musulmán del Alcázar Real, que reforzó con una nueva barbacana y dos grandes
torres cuadradas.