Desde el punto de vista económico,
Carmona era un
pueblo fundamentalmente agrícola y, sin duda, rico en este aspecto. Las tierras de la Vega eran conocidas por el buen
pan que producían. A pesar de ello, se vivieron numerosas situaciones de carestía y desabastecimiento local. Estas situaciones se daban como consecuencia de la estructura de la propiedad de la tierra, que se concentraba en las manos de unos pocos, que manejaban el
mercado en función de sus intereses. A ello se unía el hecho de que gran parte de las tierras de secano pertenecían a gente de fuera de Carmona, que destinaban la producción al
comercio internacional. Para hacer frente a esas crisis, se crea en 1531 el pósito del trigo.