En la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX,
Carmona alcanza cierto grado de industrialización. Se crean las primeras industrias relacionadas con la transformación de productos agropecuarios:
fábricas textiles, oleícolas, panificadoras, harineras, jaboneras, etc. El ascenso de una pequeña burguesía ilustrada a los puestos de poder local y los
frutos del pensamiento de la Ilustración heredado del siglo XVIII, dieron como resultado la creación de sociedades culturales -como la Sociedad Arqueológica de Carmona- e incentivaron a un nutrido grupo de eruditos, imbuidos de una mentalidad ilustrada, que filantrópicamente donaron sus obras o propiedades a la ciudad, destacando entre ellos nombres tan conocidos como Bonsor, Fernández López, Domínguez Pascual, Vega Peláez...