Queipo de Llano acabó su discurso con la siguiente amenaza: «En
Carmona se han realizado hechos que merecen ejemplares castigos, y yo he de imponerlos de tal modo que hagan época y que Carmona se acuerde por mucho tiempo de los Regulares». Cuando la localidad fue finalmente ocupada por las fuerzas rebeldes la amenaza se cumplió: solo el primer día doce vecinos fueron asesinados, incluido el teniente de la Guardia Civil Rafael Martín
Cerezo que se había sumado al Comité de Defensa.