En los cuatro meses siguientes fueron ejecutados sin juicio 201 hombres y 16 mujeres en «aplicación del bando de guerra». El cura párroco protestó por tantos asesinatos pero los terratenientes locales lo acallaron con amenazas. Por otro lado, muchas mujeres sufrieron todo tipo de humillaciones públicas, como había ocurrido en otras muchas localidades andaluzas ocupadas por el bando sublevado.