En el siglo XX, se aceleran los procesos urbanísticos. El crecimiento demográfico desborda la ciudad, que crece hacia el suroeste, poblándose los alrededores de
San Antón. Para la gran expansión que vino con el desarrollismo de los años sesenta y la necesidad de vivienda de los 28 000 habitantes de entonces, nace el
barrio de la Guita, las barriadas
Virgen de Gracia y de la Paz y se ocupan Villarrosa, el Quemadero de San Francisco y la Calera de Benítez.