Tras la conquista cristiana, que el rey Fernando III llevó a cabo en 1247,
Carmona se había ido adaptando a las consecuencias de ser una ciudad del reino de Castilla.
En el siglo XV se crearon las
parroquias y también se levantaron los primeros
conventos. El más antiguo de todos, en nuestra ciudad, es el de
Santa Clara, comunidad de monjas de clausura franciscanas clarisas, inspirada por la vida de pobreza, caridad y sacrificio de Santa Clara, discípula de
San Francisco de Asís.
Su fundación fue autorizada por bula del Papa Pío II en 1460, a petición de doña Teresa y doña Beatriz de Salcedo. Desde su origen contó con grandes donaciones entre las que destaca la de Beatriz Pacheco, duquesa de
Arcos, tras su muerte en 1511.
Su construcción se llevó a cabo entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, como lo demuestra su estructura interior.
La
iglesia cuenta con una sola nave de forma rectangular, cubierta con una techumbre de madera, siguiendo el modelo sevillano de
convento mudéjar. La cabecera, cubierta con una
bóveda de crucería
gótica, remite a un estilo mucho más habitual en el
arte puramente cristiano de la época.