No quiero entrar en la polémica si la plaza está peor ahora o antes, puesto que ni la sufro ni la disfruto, quiero remontarme a los primeros recuerdo que tengo cuando en ella había el café de Catano con su forma de kiosco, de los encuentros de la procesión del Viernes Santo, de cómo picaba el sol, de los sermones del cura que atronaban la plaza llamando al recto camino y de que una vez acabada los feligreses se iban a los bares a refrescarse para reponerse de tanta penitencia, al olor a calamares y boquerones fritos que parece que lo esté sintiendo ahora. Recuerdo las cucañas en los días de feria, la banda municipal tocando “la leyenda del beso”. Aquí el municipal conocido por el “Mutilado” repartía unos vales para aceite (seguro que de girasol) y Terrón el otro municipal imponía orden entre los chiquillos vergajo en mano que nos tenia “aterronizados”. Tengo que decir en su favor que nunca me pegó ni vi que le pegara a nadie. La apoteosis de la plaza fue la visita de Utrera Molina, esa tarde no fuimos a la escuela y la mañana la pasamos ensayando lo que teníamos que hacer y decir por la tarde, lo recuerdo como algo de película como de”Mister Marshal” y como no llovieron tractores ni maquinas de coser todo siguió igual llenándose cada madrugada la Empresa San Miguel de saucejeños “siguiendo el camino del pueblo hebreo” como aconseja Serrat en la canción Pueblo blanco, canción que tanto me recuerda mi pueblo.
Por si algún saucejeño quiere ponerse en contacto conmigo
Perdón por extensión Pepe Sánchez.
Masuncion02@wanadoo.es.
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