Empezaba a pensar que ya no se abriría más esta ventana por donde entraba esa luz y ese aire. La luz del sol del medio día que acaricia el lomo de las casa de mi pueblo. El aire que dependiendo de la estación lleva por las calles el olor a trigales maduros, a alberca y algas donde me bañaba cuando era un niño, o de aceitunas molidas en las almazaras. Esa ventana que me permite de vez en cuando por un módico precio hacer un recorrido por las estampas que gravadas en mi mente puedo refrescarlas con la ayuda de lo que los entendidos llaman, nuevas tecnologías. Esta ventana.
El día que hice clic sobre la dirección de Internet que me permite abrir esta pagina, la de “El Saucejo - Sevilla - Andalucía”, y no se abrió, me sentí profundamente triste. No hay que exagerar, me dije, pero no lo pude evitar, me faltaba algo mío. Me faltaban esas imágenes testigos de lo que un día viví, fue como si una parte de mi vida se empezara a desdibujar.
Entonces pensé en el verso del poeta que dice. “Todo pasa y todo queda”, esperando que la medida de la juez que la cerró y de cuyo nombre y lugar no quiero acordarme, hubiera pasado y que las imágenes de mi pueblo, quedaran ya para siempre. Y cuando ya tenía la esperanza perdida, cuando me empezaba a resignar, pero aun así, no dejaba de probar, voy aprieto y sale, "El Saucejo-Sevilla-Andalucía", era de verdad, no era un recuerdo, una ilusión forjada en la lejanía. Sí, El Saucejo existía y por lo tanto mis recuerdos era ciertos, por lo tanto, también existía yo.
Cuando llega la primavera estos recuerdos toman cuerpo se hacen más presentes y reales, como si la infancia hubiera quedado flotando en la luz y el aire que entra por esta ventana, esperándome de alguna manera que, le vuelva a dar vida, para recuperar los sueños que nunca se pudieron cumplir. Los sueños que tenían como escenario las calles y los campos de mi pueblo Y que tenían que ser vividos envueltos en esa luz y ese aire. Lo bueno que tiene la vida es que estás obligado a vivirla y para eso siempre hay otra luz y otro aire que acaban siendo tuyos. Otra luz y otro aire a los que quieres también. Pero eso en mi caso no quita que recuerde como lo mejor a aquella luz y aquel aire y toda aquella gente que vivía envueltos y dentro de ellos.
Espero que esta ventana que nos ancla a esa luz y a ese aire no se cierre nunca más. No creo que sea mucho pedir.
Pepe.
El día que hice clic sobre la dirección de Internet que me permite abrir esta pagina, la de “El Saucejo - Sevilla - Andalucía”, y no se abrió, me sentí profundamente triste. No hay que exagerar, me dije, pero no lo pude evitar, me faltaba algo mío. Me faltaban esas imágenes testigos de lo que un día viví, fue como si una parte de mi vida se empezara a desdibujar.
Entonces pensé en el verso del poeta que dice. “Todo pasa y todo queda”, esperando que la medida de la juez que la cerró y de cuyo nombre y lugar no quiero acordarme, hubiera pasado y que las imágenes de mi pueblo, quedaran ya para siempre. Y cuando ya tenía la esperanza perdida, cuando me empezaba a resignar, pero aun así, no dejaba de probar, voy aprieto y sale, "El Saucejo-Sevilla-Andalucía", era de verdad, no era un recuerdo, una ilusión forjada en la lejanía. Sí, El Saucejo existía y por lo tanto mis recuerdos era ciertos, por lo tanto, también existía yo.
Cuando llega la primavera estos recuerdos toman cuerpo se hacen más presentes y reales, como si la infancia hubiera quedado flotando en la luz y el aire que entra por esta ventana, esperándome de alguna manera que, le vuelva a dar vida, para recuperar los sueños que nunca se pudieron cumplir. Los sueños que tenían como escenario las calles y los campos de mi pueblo Y que tenían que ser vividos envueltos en esa luz y ese aire. Lo bueno que tiene la vida es que estás obligado a vivirla y para eso siempre hay otra luz y otro aire que acaban siendo tuyos. Otra luz y otro aire a los que quieres también. Pero eso en mi caso no quita que recuerde como lo mejor a aquella luz y aquel aire y toda aquella gente que vivía envueltos y dentro de ellos.
Espero que esta ventana que nos ancla a esa luz y a ese aire no se cierre nunca más. No creo que sea mucho pedir.
Pepe.