Y Amar a dios sobre todas las cosas
Ahora me da risa, pero en su momento fue una escena de terror: un tipo de unos cuarenta años, a quien habían elegido como mi director espiritual, me llevó a su pequeño despacho, cerró la
puerta, se sentó frente a mí, sacó de un cajón de su escritorio una bolsa de papel, la apoyó sobre sus piernas, hizo cara de iluminado, y con un tono apocalíptico me lo dijo: "En la obra nos mortificamos por los pecados propios y los pecados de los demás".
Por Fernando..
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